Érica García, de 25 años, es una de las alumnas que concurren al espacio de inclusión que el Municipio abrió en el barrio La Cava. Participó en el festival gastronómico Bocas Abiertas y se prepara para empezar a trabajar en un restaurante.
“En el curso de camareros aprendí un oficio para salir adelante”, dice entre lágrimas, Érica Carrizo de 25 años, que no pudo terminar el colegio porque tuvo que empezar a trabajar desde muy joven. Pero hoy está a punto de finalizar el curso de camareros en el centro de formación que el Municipio de San Isidro inauguró en pleno corazón del barrio La Cava de Beccar.
“Yo no pude estudiar porque mis papás eran de bajos recursos”, cuenta Érica que tiene cuatro hijos, de 10, 8, 7 y 4 años y vive con su marido a pocas cuadras de la calle Newbery 1450, donde en agosto pasado el Municipio abrió el espacio “La Sede” para generar instancias de formación y reinserción social para los jóvenes de comunidades marginadas.
Hoy, gracias a su esfuerzo y buen desempeño, trabajó en el festival gastronómico más importante de la zona norte, Bocas Abiertas, y se prepara para trabajar en un restaurante. "Estoy agradecida de que me dieran esta oportunidad sin tener estudios. No todos tienen esta suerte", señala Carrizo.
Su infancia no fue fácil. Eran siete hermanos y sus padres siempre trabajaron para poder mandarlos a la escuela. "No tuve muchas cosas pero fui feliz. Yo siempre le digo a mis hijos que sigan en el colegio porque eso les va a dar un futuro", cuenta la futura camarera.
“Es muy difícil conseguir un empleo y más en mi caso que no tengo un estudio terminado. Pero este curso me devolvió las ganas de estudiar y aprender. Es una experiencia única, un oficio para lograr la inclusión”, destaca Carrizo.
La escuela de camareros en La Cava funciona los martes y jueves de 11:00 a 12:30. Cocineros y profesionales del polo gastronómico de San Isidro son los encargados de enseñarles este oficio a un grupo de unos 25 alumnos. “Son 24 clases que apuntan a formar a un camarero vip, desde planificar y distribuir el trabajo de las preparaciones básicas en la cocina (mise en place), bromatología, servicios, cata de vinos hasta armar un C.V. y prepararse para una entrevista laboral”, detalla el reconocido chef Diego Tedesco, profesor y director del curso.
Los alumnos cada 15 días tienen prácticas en el restaurante “Taller Cantina”, ubicado en la calle Tiscornia, en el Bajo de San Isidro. “El dueño del lugar es Tomás, un emprendedor que representa el espíritu del Bajo. Mientras estudiaba una carrera universitaria, se enganchó con la gastronomía y hoy tiene su propio restaurante. Lo convocamos y es un ejemplo para los chicos y chicas de cómo se pueden lograr los objetivos”, cuenta Tedesco.
Uno de los aspectos más significativos del curso es la empleabilidad y en ese sentido, el chef adelanta que próximamente un gerente de recursos humanos de ocho restaurantes importantes va a entrevistar a todos los alumnos que egresen en esta primera camada a fines de noviembre.
Además, los alumnos van a visitar un prestigioso hotel de la Ciudad de Buenos Aires. Todo esto sumado a la participación que tuvieron en el pre opening de Bocas Abiertas y luego tuvieron pasantías rentadas en el festival que se realizó la semana pasada en el Centro de Exposiciones del municipio.
De a poco, Carrizo fue sumando cada vez más horas y experiencia hasta llegar a ser parte fundamental del curso. “Es una gran compañera que nos ayuda en todo, nos hicimos muy amigas”, sostiene Catalina Cáceres, otra alumna del curso.
“La idea fue responder a las necesidades de los vecinos. Buscamos de una forma ingeniosa y con estrategias de resolución junto con los gastronómicos del Bajo. Esta primera camada de graduados de camareros va a ser muy ejemplar para el barrio y se vendrán muchas más”, cuenta Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura, una de las encargadas de idear este curso.
Carrizo destaca la “buena onda” de los profesores, lo participativo que son y sobre todo el nivel del curso. “No pensé que iba a ser tan completo y profesional”, confiesa. Y les dio un mensaje a los vecinos del barrio: “Aprovechen esta oportunidad que es gratis para estudiar y conseguir un empleo. Si se ponen las pilas lo terminan rápido”.
A partir de este curso, la alumna se prepara para empezar a trabajar en un reconocido restaurante y también sueña con tener su propio emprendimiento con camareros para eventos como cumpleaños y casamientos.
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