Durante el año 2016 el gobierno de la República Popular China puso en marcha su nuevo plan quinquenal con targets en distintas áreas y reformas estructurales ambiciosas haciendo foco en la consolidación de su economía y en la mejora en el bienestar de sus habitantes.
Según lo estipulado en el mismo, los objetivos a alcanzar son: un crecimiento anual promedio del producto en el orden del 6.5% desde el año 2016 al año 2020 y duplicar el PBI per cápita 2010; un gasto en investigación y desarrollo del 2.5% PBI en el 2020, 0.4% más que en el año 2015; una tasa de urbanización del 60% de la población para el 2020; reducción de las emisiones propiciando un crecimiento con producción limpia; 55.75 millones más de personas en el sistema de seguridad social y fuera de la pobreza para el año 2020; y alcanzar la convertibilidad plena del Yuan para el 2020 entre otros.
Durante el año 2016, la economía experimentó diversos desafíos, momentos de menor crecimiento pero con gran capacidad de recuperación mediante políticas monetarias y fiscales activas; salidas de capitales que empujaron a la desvalorización del Yuan, desbalances por el lado de la oferta agregada y el desafío de la reconversión de las empresas que forman parte del Estado y la apertura del sistema financiero, estos dos últimos también como parte del reclamo de la comunidad internacional.
Más allá de estos grandes desafíos, la economía mostró solidez en su crecimiento donde en los primeros tres trimestres del año la tasa de crecimiento fue del 6.7% y esperando que el día 18 de enero cuando se anuncie el cuarto trimestre y el crecimiento del año completo muestre el mismo comportamiento, con superávit por cuenta corriente y enormes reservas de divisas. Sin embargo, uno de los mayores retos para el año próximo se encontrará en alncanzar un balance en su estructura productiva manteniendo o mejorando los niveles de empleo.
La meta de crecimiento para el año 2017 manifestada por el gobierno chino y regida por las metas del plan quinquenal será que dicha tasa se encuentre entre el 6.5% y el 7%, esto implicará seguramente ajustes muy dinámicos en las diferentes políticas a llevar adelante con la necesidad de poder balancear la demanda agregada interna con la demanda externa y adecuar la oferta agregada en un contexto mundial de incertidumbre donde aún no se encuentra muy claro cuál es el rumbo real que tomará la primera economía del mundo en materia económica, que sin duda impactará no solo en la economía de EEUU, sino que también en la economía de los restantes países. Siendo EE.UU. un gran consumidor de productos y servicios chinos; y China un gran tenedor de deuda estadounidense las decisiones que ambos tomen entre si impactarán entre ambas economías generando la necesidad de ajustes rápidos y continuos.
El proceso de reconversión industrial, la inversión en innovación al servicio de ese proceso y la reestructuración de las empresas publicas serán el eje de la política que China llevará adelante durante los próximos años. La mejora en la productividad, la competitividad y la apertura a una capitalización abierta y participativa junto a la estabilidad en los niveles de empleo que generen estabilidad social, serán los factores que tanto a nivel interno en la economía real como externo mediante el grado de apertura marcarán sí el camino llevado adelante es correcto a incorrecto. Vale destacar que para el gobierno chino la prioridad y el foco siempre estará puesto en el bienestar social y en el empleo, como lo marca en su plan quinquenal y en todos los discursos de los funcionarios.
La inversión en infraestructura será otro de los grandes tópicos, ciudades en expansión alineadas junto al proceso de urbanización previsto será otro de los pilares, que a la vez se espera que sea uno de los mecanismos para amortiguar la baja en la actividad inmobiliaria que se espera ,así como también, una desaceleración en el crecimiento del consumo. Ciudades con grandes obras de infraestructura, con concepto de ciudades verdes y tecnológicas será la premisa de esta nueva urbanización que se espera genere con un impacto totalmente marcado en la economía real.
La inversión extranjera directa y la entrada de capitales es otro de los puntos en los cuales el gobierno chino tendrá especial atención no solo por temas de competitividad, sino que también, por temas de estabilización de su moneda y la armonía necesaria para para la internacionalización de la misma.
Sin dudas el 2017 será un año de grandes desafíos para la República Popular China en materia económica. El gobierno de Xi deberá poner su máximo esfuerzo en el direccionamiento de su política fiscal y en la mejora de la productividad y eficiencia de sus empresas.
Según lo estipulado en el mismo, los objetivos a alcanzar son: un crecimiento anual promedio del producto en el orden del 6.5% desde el año 2016 al año 2020 y duplicar el PBI per cápita 2010; un gasto en investigación y desarrollo del 2.5% PBI en el 2020, 0.4% más que en el año 2015; una tasa de urbanización del 60% de la población para el 2020; reducción de las emisiones propiciando un crecimiento con producción limpia; 55.75 millones más de personas en el sistema de seguridad social y fuera de la pobreza para el año 2020; y alcanzar la convertibilidad plena del Yuan para el 2020 entre otros.
Durante el año 2016, la economía experimentó diversos desafíos, momentos de menor crecimiento pero con gran capacidad de recuperación mediante políticas monetarias y fiscales activas; salidas de capitales que empujaron a la desvalorización del Yuan, desbalances por el lado de la oferta agregada y el desafío de la reconversión de las empresas que forman parte del Estado y la apertura del sistema financiero, estos dos últimos también como parte del reclamo de la comunidad internacional.
Más allá de estos grandes desafíos, la economía mostró solidez en su crecimiento donde en los primeros tres trimestres del año la tasa de crecimiento fue del 6.7% y esperando que el día 18 de enero cuando se anuncie el cuarto trimestre y el crecimiento del año completo muestre el mismo comportamiento, con superávit por cuenta corriente y enormes reservas de divisas. Sin embargo, uno de los mayores retos para el año próximo se encontrará en alncanzar un balance en su estructura productiva manteniendo o mejorando los niveles de empleo.
La meta de crecimiento para el año 2017 manifestada por el gobierno chino y regida por las metas del plan quinquenal será que dicha tasa se encuentre entre el 6.5% y el 7%, esto implicará seguramente ajustes muy dinámicos en las diferentes políticas a llevar adelante con la necesidad de poder balancear la demanda agregada interna con la demanda externa y adecuar la oferta agregada en un contexto mundial de incertidumbre donde aún no se encuentra muy claro cuál es el rumbo real que tomará la primera economía del mundo en materia económica, que sin duda impactará no solo en la economía de EEUU, sino que también en la economía de los restantes países. Siendo EE.UU. un gran consumidor de productos y servicios chinos; y China un gran tenedor de deuda estadounidense las decisiones que ambos tomen entre si impactarán entre ambas economías generando la necesidad de ajustes rápidos y continuos.
El proceso de reconversión industrial, la inversión en innovación al servicio de ese proceso y la reestructuración de las empresas publicas serán el eje de la política que China llevará adelante durante los próximos años. La mejora en la productividad, la competitividad y la apertura a una capitalización abierta y participativa junto a la estabilidad en los niveles de empleo que generen estabilidad social, serán los factores que tanto a nivel interno en la economía real como externo mediante el grado de apertura marcarán sí el camino llevado adelante es correcto a incorrecto. Vale destacar que para el gobierno chino la prioridad y el foco siempre estará puesto en el bienestar social y en el empleo, como lo marca en su plan quinquenal y en todos los discursos de los funcionarios.
La inversión en infraestructura será otro de los grandes tópicos, ciudades en expansión alineadas junto al proceso de urbanización previsto será otro de los pilares, que a la vez se espera que sea uno de los mecanismos para amortiguar la baja en la actividad inmobiliaria que se espera ,así como también, una desaceleración en el crecimiento del consumo. Ciudades con grandes obras de infraestructura, con concepto de ciudades verdes y tecnológicas será la premisa de esta nueva urbanización que se espera genere con un impacto totalmente marcado en la economía real.
La inversión extranjera directa y la entrada de capitales es otro de los puntos en los cuales el gobierno chino tendrá especial atención no solo por temas de competitividad, sino que también, por temas de estabilización de su moneda y la armonía necesaria para para la internacionalización de la misma.
Sin dudas el 2017 será un año de grandes desafíos para la República Popular China en materia económica. El gobierno de Xi deberá poner su máximo esfuerzo en el direccionamiento de su política fiscal y en la mejora de la productividad y eficiencia de sus empresas.
Autor: Asia Viewers
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