El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, asistió a la Misa del Joven en el Colegio Marín que bajo el lema “Qué me queda por hacer” reunió a más de 2.000 chicos del último año de 40 colegios secundarios de la Diócesis de San Isidro. La ceremonia religiosa fue presidida por Monseñor Oscar Ojea.
El encuentro fue organizado por la Junta Regional de Educación Católica (JUREC). Antes de la misa, Julián Weich y Maru Botana presentaron a diferentes personas que contaron interesantes experiencias de vida vinculadas al esfuerzo. Luego los alumnos les hicieron preguntas.
“Es muy lindo poder compartir este momento con chicos de sexto año de todos los colegios de la Diócesis. En esta oportunidad hubo un seminario muy interesante con líderes de opinión”, dijo Posse.
El intendente agregó que el objetivo es que los jóvenes encuentren un objetivo personal para seguir estudiando, trabajar y lograr el bien común.
Ojea agregó que la idea es abrir a chicos y chicas el pensamiento de su vocación en su destino y sacar lo mejor de ellos mismos para poder aportarlo a la comunidad.
“Hoy hubo dos testimonios hermosos con vidas muy fuertes, cambios grandes, pero tuvieron el coraje de sobreponerse a una cantidad de adversidades para poder lograr lo que estaba en el corazón de ellos”, señaló monseñor.
Y concluyó: “Se trata de un momento clave en el cual los chicos dejan una gran madre que es el colegio y se deben enfrentar con la vida”.
El encuentro fue organizado por la Junta Regional de Educación Católica (JUREC). Antes de la misa, Julián Weich y Maru Botana presentaron a diferentes personas que contaron interesantes experiencias de vida vinculadas al esfuerzo. Luego los alumnos les hicieron preguntas.
“Es muy lindo poder compartir este momento con chicos de sexto año de todos los colegios de la Diócesis. En esta oportunidad hubo un seminario muy interesante con líderes de opinión”, dijo Posse.
El intendente agregó que el objetivo es que los jóvenes encuentren un objetivo personal para seguir estudiando, trabajar y lograr el bien común.
Ojea agregó que la idea es abrir a chicos y chicas el pensamiento de su vocación en su destino y sacar lo mejor de ellos mismos para poder aportarlo a la comunidad.
“Hoy hubo dos testimonios hermosos con vidas muy fuertes, cambios grandes, pero tuvieron el coraje de sobreponerse a una cantidad de adversidades para poder lograr lo que estaba en el corazón de ellos”, señaló monseñor.
Y concluyó: “Se trata de un momento clave en el cual los chicos dejan una gran madre que es el colegio y se deben enfrentar con la vida”.
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