8 de diciembre: Festividad de la Inmaculada Concepción de María, Virgen

Con este motivo, Mons. Oscar Ojea, obispo de San Isidro, envía a la comunidad un mensaje para adentrarnos en este misterio.

Celebramos el día en que nos sentimos orgullosos de ser criaturas, porque pensamos en María que es la mejor de las criaturas.
Fue mirada por Dios y elegida por Dios desde toda la eternidad para que él pudiera establecer su tienda en medio de nosotros, para que él pudiera acampar.
Para que él pudiera sentirse cómodo en nuestra historia, en nuestra humanidad.
Eligió a María. Eligió la mujer más humilde, la mujer más sencilla.
María es la mujer pobre y fuerte.
Pobre porque se dio toda a Dios, se entregó totalmente  a Dios, se quedó sin nada, diríamos, lo entregó todo.
Desde el primer momento el Evangelio nos habla de su disponibilidad y abandono total al plan de Dios y a la voluntad de Dios.
Y fuerte. Porque la Virgen, poco a poco, de tanto sostenerse en Dios, nos ayuda a nosotros, sosteniéndonos en su corazón.
María se hizo fuerte poniendo toda su debilidad en Dios.
Nadie como ella fue conciente de su propia debilidad. Nadie sabía con tanta certeza, ningún ser humano supo con tanta certeza, la distancia que nos separa de Dios.
Ningún ser humano supo con tanta certeza, la debilidad, la fragilidad, de nuestra naturaleza. Por eso, necesitó  toda ella a Dios.
Y nosotros, en este día, la honramos de un modo especial porque el Señor al elegirla, en previsión de los méritos de la pasión y de la muerte de Jesús, la libera de todo pecado. La libera de todo pecado para que ya vaya actuando la gracia. Por eso nosotros decimos que María es la aurora de nuestra salvación, es como el amanecer de un tiempo nuevo.
En ella todo principia, todo comienza.
María siempre nos regala una sorpresa nueva. De allí que la iglesia siempre la represente joven, en sus cuadros, en sus esculturas.
En este día, María, queremos pedirte por nuestra diócesis.
Queremos pedirte por sus familias.
Queremos pedirte por el trabajo y el pan de cada día, para que no falte en la mesa de casa.
Queremos pedirte por nuestras necesidades personales y familiares, y ponerlas con mucha confianza delante  tuyo, porque sabemos que sos toda de Dios y que podés hacernos a nosotros también, todos de Dios, para vivir a fondo nuestra vida humana y ser felices, como vos fuiste feliz.
Le cantamos “tu eres feliz Virgen María. Te felicitamos Virgen María”.
En realidad, lo que queremos decir con esto es saludarla y agradecerle porque sin ella, nuestro linaje humano, nuestra raza humana, no hubiera sido elevada por el Señor y regalada con la gracia sobrenatural.
Que tengan un hermoso día de la Virgen y que la Virgen esté cada día más cerca de cada uno de nosotros y nos bendiga.